Cuando en un tejido se produce una herida, la cicatrización es una reacción fisiológica espontánea para reparar lo dañado mediante interacciones celulares con la liberación de citoquininas al medio extracelular. En algunos casos, este proceso es insuficiente, sobre todo cuando los tejidos se desgarran, siendo muy probable que puedan surgir complicaciones. La sutura es el material que escogemos para posibilitar una correcta cicatrización y así poder luchar contra las desfiguraciones que se producen en heridas graves. Con las suturas conseguimos que los tejidos se mantengan unidos, disminuyendo la tensión hasta que la herida por fin haya cicatrizado lo suficiente como para resistir la tensión sin asistencia mecánica. 

Clasificación de suturas

Para lograr una buena cicatrización, lo principal es seleccionar la sutura adecuada. Para ello es fundamental que tengamos claro cuales son las diferentes maneras de clasificarlas para encontrar cual es la que necesitamos según las características de la lesión que tenemos que suturar.

Suturas según su origen.

Existen dos, las naturales y las sintéticas. Las ventajas de las suturas naturales es que son más económicas respecto a las suturas sintéticas aunque, si bien es verdad, son peor toleradas. También existen las de origen metálico.

Suturas según acabado industrial. 

Dentro de las suturas sintéticas existen diferentes acabados industriales. Podemos diferenciar entre suturas monofilamentosas y suturas multifilamentosas.

Las ventajas de las suturas monofilamentosas es que a penas hay una reacción tisular, la retirada de puntos es menos dolorosa y en general son mejor toleradas. Las desventajas de este tipo de suturas es que son más difíciles de manejar, necesitan más nudos y son más caras.

En cambio las suturas multifilamentosas, tienen más facilidad de manejo con menos nudos y son más económicas. Los inconvenientes es la reacción tisular que producen, por lo que su aplicación en heridas infectadas no estaría indicada. 

Suturas según su estructura.

Por un lado están las suturas atraumáticas, donde el hilo de sutura va embutido en la aguja. Por otro lado están las traumáticas, que producen arrastre tisular ya que el hilo de sutura no está acoplado y hay que enhebrarlo en la aguja al realizar la sutura.

Suturas según su permanencia en el organismo.

Hay dos posibilidades, que sean suturas reabsorbibles o no reabsorbibles. 

Las absorbibles tienen la peculiaridad de que desaparecen gradualmente del organismo, por lo que no se retiran. Pierden la mayor fuerza tensil a partir de los 60 días. Lo malo, es que pueden causar reacciones inflamatorias en el organismo. Diremos que están indicadas en suturas profundas, mucosas, tejido celular subcutáneo y ligadura de vasos.

Las no absorbibles en cambio, no son degradadas por el organismo y deben ser retiradas. Están especialmente indicadas en las suturas cutáneas o mucosas que vayan a ser retiradas, fijación de drenajes en piel y también en estructuras internas que deben mantener una tensión constante como tendones o ligamentos.

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